¿A quien le importa la ópera?

Existe la idea generalizada de que ampliar el acceso de las personas a las artes les hará bien, quizá favoreciendo su educación o su integración social.
Esa no es nuestra motivación. Por el contrario, pensamos que tener oportunidades de experimentar el arte es un derecho humano, como se expresa en el Artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos , que afirma que "toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a disfrutar del arte y a participar en el progreso científico y en sus beneficios".
No hay razón para que la ópera quede excluida de esta disposición. La base de la co-creación es la igualdad entre artistas profesionales y no profesionales. Eso es imposible si los profesionales trabajan en la creencia de que, de alguna manera, están haciendo un bien a los no profesionales.
El cambio social no es el objetivo de la co-creación operística—pero a menudo es la consecuencia.
La participación en la vida cultural nos beneficia de muchas maneras. Aprendemos sobre nosotros mismos y sobre los demás, adquirimos nuevas habilidades y crecemos como individuos. Reforzamos y ampliamos nuestras redes sociales, cooperamos con desconocidos y construimos una comunidad. Desarrollamos nuestro potencial y ampliamos nuestras capacidades humanas.
Estos y otros cambios positivos ocurren, y pueden ser sumamente valiosos, pero son el resultado normal de la participación cultural. Cada persona encuentra lo que necesita en esa experiencia. No es algo que haya que hacer nunca por ellos.