El proceso de co-creación

El abismo que separa a los teatros de ópera de gran parte de la población, cuyos impuestos los financian, puede salvarse mediante el diálogo. Pero, ¿qué tipo de diálogo?
Desde la aparición de la política cultural moderna junto con el Estado del bienestar de la posguerra, a menudo las instituciones culturales han recurrido a poco más que a un monólogo mediante prácticas de seducción o, más prosaicamente, de desarrollo de audiencias y marketing. Esta política de democratización cultural pretende persuadir a la gente para que desee un patrimonio artístico que rara vez se plantea su propia necesidad de cambio. Es la visión de un creyente, tan seguro de su fe que sólo puede imaginarla rechazada por quienes aún no han comprendido su valor.
Evidentemente, esto no es un diálogo, lo cual ayuda a explicar por qué el perfil social del público de la ópera ha cambiado tan poco.
Al apostar por la co-creación, Traction adoptó la teoría alternativa de la democracia cultural, en la que todo el mundo tiene voz legítima en la configuración de la obra artística y la cultura de una sociedad. La co-creación, es decir, la creación de nuevas óperas por artistas profesionales y no profesionales que trabajan juntos, es un diálogo, pero un diálogo basado en la igualdad de derechos y que va mucho más allá de las palabras y se extiende a toda la gama de expresiones disponibles en las artes escénicas.